Eterno Retorno

Thursday, July 08, 2004

A lo largo de mi existencia, no me he cansado ni me cansaré de repetir esta frase: Podré estar totalmente en contra de lo que piensas, pero defenderé hasta la muerte el derecho que tienes de expresarlo. La frase, es atribuida al sumo pontífice de la Ilustración y el Libre Pensamiento, Francoise Marie Arouet, mejor conocido entre los compas, como Voltaire. Soy un tipo que desde hace más de ocho años vive y come de eso que llaman libertad de expresión. Cada día de mi vida escribo algo que se publica en un medio impreso y que las más de las veces, deja inconforme a alguien por ser información casi siempre incómoda. Por si fuera poco, tengo esta cuna porquerioza en donde expreso mis personalísimos sentimientos. Luego entonces, es de esperarse que me he acostumbrado de una u otra forma a las malas caras, los saludos retirados, la gente que habla pestes de mí a mis espaldas, por no mencionar los insultos e incluso las amenazas. Gente ofendida por notas, reportajes o comentarios de columna, personajes que dejaron de hablarme o incluso escribieron cartas pidiendo terribles sanciones para mí por lo que escribo en este blog (en serio, una persona que ni conozco escribió una vez a mi trabajo ofendido por el contenido de mi blog, como si una cosa y otra tuvieran que ver) También he recibido mi respectiva dotación de demandas por difamación y citatorios a declarar. Hay también rayaduchos que me odian por ser Tigre, indigenistas que me detestan por mi visión Eurocentrista (y según ellos racista) de la historia y tipos acomplejados que me aborrecen por creer que ser rubio es sinónimo de imperialismo yanqui. En fin, hay un común denominador que une a toda esa gente: No piensan como yo o no son como yo y les resulta ofensivo y cagante que yo piense o sea de esa manera. La triste historia de la humanidad.

Por la naturaleza sarcástica, cruda e hiriente que es la marca registrada de su blog, mi colega y amigo Manuel Lomelí ha sido víctima de cualquier cantidad de insultos, amenazas y vituperios de parte de gente que se toma demasiado en serio algo tan lúdico como un blog. Él ya se ha acostumbrado.
Pero ahora resulta que hasta los pequeño-burgueses exploradores de realidades decadentes y miserables que pretenden emular un mal remedo teporocho de Baudelaire, Lautrec, Nerval y Poe visitando antros de mala muerte, se permiten insultar y amenazar públicamente a mi colega. Hazme el favrón cabor.
Ya de por sí es un cuadro más que patético ver a los artistas conceptuales, multidisciplinarios regodeándose en tugurios malamuerteros. Y peor se ven alzando la voz y eructando insultos en semejantes escenarios.
Lo más patético de todo es que puedo apostar una lana a que ninguno de los personajes que insultó al Chango 100, ha visto ni siquiera de cerca, lo que es la violencia. Ni uno de ellos ha estado frente al cadáver de un ejecutado, no saben distinguir un AK-47 de una Carabina 22, no saben lo que significa la clave 12-17, no saben lo que es escribir un reportaje que le tocará los huevos a un ser sin los más mínimos escrúpulos, no han estado en medio de miles de enfurecidos transportistas que arrojan botellazos y gases, no se han tenido que liar a codazos con miembros del Estado Mayor Presidencial con tal de colarse a un evento privado, no han caminado por los escombros de las Torres Gemelas, no han estado en un funeral de 17 mixtecos calcinados en San Quintín etc, etc, etc. Saben, sí, de conceptos psycos de arte instalación, de mezclas fumadas de techno trance y de más parafernalia que me hace pensar en incurable snobismo, insoportables pretensiones clasemedieras de reconocimiento social y mucha mariconería. Pero no Chango, duerme tranquilo, esos gueyes entienden de putazos lo que yo entiendo de arte contracultural postmoderno y fronterizo. De cualquier manera, el gremio se solidariza con la iglesia batiana.