Eterno Retorno

Monday, July 19, 2004

 
1974
 
Miguel Nazar Haro, el mejor amigo de todos los izquierdistas nostálgicos de la Guerra Sucia de los años setenta, ha vuelto al penal del Topo Chico, luego de pasar tres meses en el Hospital San José, a donde ingresó el pasado 19 de abril. Un Hospital muy especial y significativo el que albergó al célebre torturador, pues da la casualidad que un 21 de abril, pero de 1974, justo en la época en que el general hacía de las suyas masacrando a los ilusos idealistas de la Liga 23 de Septiembre, quien escribe este blog  nació, precisamente en un cuarto del San José, al píe del Cerro de la Silla.
O sea que hace 30 años, ya existían el Cerro de la Silla y el Hospital San José y Nazar Haro no era como ahora un viejito chocho y los mocosos de 18 años creían en la revolución y leían Manifiesto Comunista, mientras en esa misma ciudad, a unos pasos pero en otro extremo ideológico, los empresarios del ultra derechista Grupo Monterrey se juntaban en Chipinque para planear el derrocamiento del Presidente Luis Echeverría, al que odiaban por populista y comunistón y al que se permitieron echar a patadas del funeral de Don Eugenio Garza Sada, aquel día de 1973 en que un comando de la 23 de Septiembre se lo llevó de encuentro cuando intentó secuestrarlo.  Hoy en día una de las más enormes avenidas de Monterrey, precisamente en la que se encuentra el Itesm, lleva el nombre de Eugenio Garza Sada, máximo patriarca del progreso y la siempre bien administrada abundancia regiomontana. De los mocosos de la 23 de septiembre nadie se acuerda. En ningún lugar como en  Monterrey se ve el comunismo tan ridículamente utópico. Si acaso alguien recuerde con un dejo de tierna nostalgia a aquellos rebeldes descarriados e izquierdos a los que tan cara les costó su rebeldía. De Nazar Haro nadie se acuerda, salvo Doña Rosario Ibarra de Piedra, cuya casa está ahí, muy cerca del Tec, a unas cuadras de la avenida que lleva el nombre del empresario  en cuyo secuestro supuestamente participó su hijo, el estudiante de medicina Jesús Piedra Ibarra. Y dice Proceso, en su artículo Nazar en su suite, que el Hospital San José tiene un costo básico  de 3 mil 228 pesos por día. Uyyy. Que burgués salí. Mamá: ¿A poco cuando yo nací cobraba tan caro el San José? 
Dos meses después, pero allá en el lejano estadio Olímpico de Munich, el señor Johan Cruyff acaudillaría al equipo más  verticalmente ofensivo y maquinal que ha parido la historia del futbol: La Naranja Mecánica, que cayó a manos de los anfitriones de la República Federal Alemana, comandados ellos por su Kaiser Franz Beckenbahuer y la Naranja exprimida se convirtió en el mejor ejemplo de lo que  es eso que llaman campeón sin corona y es que en la historia universal del balompié ha habido muy pocos jugadores como Bekenbahuer , pero como Cruyff, no ha habido ninguno. Y los Ramones grababan su primer disco, y Black Sabbath, Zeppelin y Deep Purple sonaban fuerte y el Río Santa Catarina ya existía, pero no estaba como ahora, poblado de tanta cancha y carretera, y Nuevo León era gobernador por Pedro Zorrilla Martínez, y los Tigres, los gloriosos Tigres ascendían a Primera División batiendo a los Leones Negros  y el 13 de julio de 1974, en el estadio de San Nicolás de los Garza, Juanito Ugalde anotaba el primer gol del Tigre en el máximo circuito  ¿a quién se lo anotaba? A los rayaditos del Monterrey, precisamente. 3-3 marcador final del primer juego de los Tigres en Primera y el Primer Clásico de la Historia señores. Y yo había nacido tan rubio, que mi pelo era parecía transparente y mis padres eran adolescentes y El Regiomontano pitaba todos los días  a las 6:30 de la tarde, y pasaba también una máquina vieja y había tlacuaches por todos lados y hasta zorras grises y coyotitos rondando por el Río Santa Catarina y la Quinta González y El Porvenir era el periódico que rifaba en Monterrey, inconformando a El  Norte con indecoroso segundo puesto y no había Macroplaza, ni Faro de Comercio, ni Cintermex, ni MetroRey,  ni superpuentes galácticos  ni sospechábamos que algún día llegaría el Gilberto a arrasar con todo a su paso en el Río que volvió a ser Río. Estaba sí, la M de la Sierra Madre, y había zoológico en Chipinque, y en el Parque España y en La Alameda, pues La Pastora era un sueño no concebido y por cierto  ya había cascada, en la Cola de Caballo, y cerveza Carta Blanca en Cervecería y el silbato de La Fundidora era puntual como el progreso, y en el cielo de Nuevo León había muchas más estrellas y menos neón en sus calles y un montón de esperanzas y utopías rondando la cuna de quien acababa de abandonar el útero y... y...y... Pinche Daniel, como cambias de tema ¿No estabas hablando de Nazar Haro? Pos sí, lo que pasa es que todo eso se vino a mi mente cuando en la revista Proceso leí Hospital San José y como un Aleph desbocado se me vino a la cabeza   todo eso que yo supe años después había sido 1974, que para mi no fue más que deseos de leche,  horas de sueño y luz de sol regiomontano.