Eterno Retorno

Wednesday, July 28, 2004

 

Una de las peores tragedias que pueden ocurrir en mi existencia es perder un libro y hoy señores he perdido uno. No puedo estar tranquilo. Dicho en términos coloquiales estoy que me lleva la chingada. He perdido el Fausto de Cristopher Marlowe. Ojo señores, no el de Goethe, que lo consigues en cualquier supermercado, no señores. El de Marlowe, el primer Fausto llevado al drama en 1593,  el padre del mayor dielma del hombre occidental. Tan bonita que se veía mi trilogía, Marlowe, Goethe y Thomas Mann. Desgraciadamente perdí el que es más complicado de conseguir.
Resulta que fui a un local donde arreglan estéreos pues resulta  que se me desconchinfló un fusible del tocadiscos de la nave. Como escuchar metal a todo volumen es la única forma en que puedo conjurar el tedio que genera el tráfico de esta ciudad, empecé a sentir síndrome de abstinencia musical y fui en chinga a que lo arreglaran. El compa me dijo que nomás le diera para las sodas, pero yo traía un billete grande y las sodas mexicanas no valen 500 pesos que yo sepa. Fui a cambiar el billetuco y como traía las manos ocupadas, dejé el libro en el techo de la nave. Error y horror. Arranqué y cuando ya iba por el Agua Caliente dije putísima madre el Fausto. Sí, Marlowe debe haber caído en algún rincón de la Revo o el Agua Caliente. Me regresé a buscarlo y ahí anduve, mirando al pavimento, pero nada. Algún transeunte muy interesado en Marlowe lo ha de haber agarrado sin saber la joyita que se llevó a  casa Mierda. En mi vida he perdido dos libros en la calle y ambos de aristócratas británicos: El Fausto de Marlowe y El asesinato como una de las bellas artes de De Quincey, que dejé arriba de un teléfono público hace mucho, también en el Down Town Tj. Mierda. Mierda. Mierda. 

No tengo tiempo

El tiempo me consume. Este oficio es desgastante ciertamente, pero aún así siempre me doy mis ratos libres. Hoy no los he tenido. Parece que yo me motivo a escribir en serio cuando estoy más ocupado y estos días me he dado a la tarea de meterle acelerador a un híbrido amorfo que me baila en la cabeza desde hace cierto tiempo. A marchas forzadas y a golpe de chicote, pero está saliendo. Por lo demás, si tuviera que hablar de lo que ha sido mi vida diaria en las últimas semanas tendría necesariamente que hablar de política y no se me antoja ensuciar el blog con semejante tema nulo y estéril. Por la cercanía del proceso electoral y el calor que está tomando, he tenido que entrarle de lleno a las campañas. El sábado tuve que estar en el cierre de Jorge Ramos y ahora vengo retornando del Hipódromo en donde se llevó a cabo el cierre de Jorge Hank. Dado que como reportero  me ha tocado estar muy cerca de ambos candidatos, a los cuales conozco desde bastante tiempo antes de que fueran abanderados de sus respectivos partidos, la gente me pregunta con frecuencia mi opinión sobre el proceso. Suponen que debo estar enganchado con el tema de la política y que por haber fungido como moderador de  seis debates organizados por nuestro periódico debo estar interesadísimo.
La realidad señores, es que en lo personal la política no me interesa en lo más mínimo. Te puedo dar santo y seña de la grilla de esta ciudad con pelos y señales, pero porque eso forma parte de mi trabajo, no de mis intereses naturales.
A menudo la gente piensa que debo tener mis favoritos y que tengo interés en que gane tal o cuál candidato.  La realidad es que no. De entrada no voy a votar porque no tengo credencial bajacaliforniana y si la tuviera, supongo que no tendría tiempo por el trabajo que tendré ese día. Por lo demás el fenómeno de lo que llaman política me da risa cuando estoy de buen humor y nauseas absolutas cuando estoy de malas. Lo que sí me enferma de sobremanera y me genera una repulsión sin límites es ver a gente que se dice periodista y que se involucra pasionalmente con tal o cual partido. Eso denigra la profesión. Yo he votado tres veces en mi vida y nunca he votado por el PRI ni por el PAN y si votara en esta ocasión, tampoco votaría por alguno de ellos.
Por lo demás, me da risa la forma tan drástica y apocalíptica con la que algunos se toman este circo.

 
Para calentar el debate y pegarle al avispero  ahí va esta frase que siempre genera polémica y despierta pasiones: Maradona es más cabrón que Pelé. Maradona es el mejor futbolista de la historia digan lo que digan los brasileños.

Mañana les diré por qué.