Eterno Retorno

Tuesday, May 25, 2004

Padres de San Diego

Conocí Tijuana un 16 de octubre de 1998. Bueno, digamos que llegué al Aeropuerto. Primero conocí Rosarito, luego Ensenada, luego San Diego y ya después empecé a rolar por esta noble ciudad que meses después se transformó en mi hogar y en donde actualmente hemos comprando nuestra casa y vivo muy feliz. Fue en ese mes de octubre cuando me enteré que en este planeta existía un equipo llamado Padres de San Diego del que jamás en mi existencia había escuchado hablar. Yo te puedo hablar si quieres de un equipo de Futbol como el Galatasaray de Estambul, el Dynamo Tirana de Albania, el Valuur Reikjavik de Islandia o el Spartak Minsk de Bielorrusia, pero en cuestión de beisbol muy a trancazos te puedo mencionar a los Sultanes de Monterrey y ya. No me preguntes el nombre de un jugador pues la verdad no tengo la menor idea de alguno. Me acuerdo de un tal Fernando Valenzuela ¿juega todavía, por cierto? La cuestión es que en octubre de 1998 me enteré que existía ese pinche equipo y que medio Tijuana estaba metida en los bares viéndolo, pues por esas fechas estaban jugando la final o algo así. Me acuerdo que se me hizo el colmo de la hueva que en todos malditos bares a donde iba estaban viendo los juegos de esa mierda de equipucho desconocido. Y yo acá tratando de convencer a los propietarios de las barras de tener un poco de sentido común o piedad con un cliente sensato, por favor pongan Futbol, aunque sea un Irapuato vs San Luis, o un Gallos Blancos vs Veracruz, pero por favor pongan algo divertido. Vaya, cuando estoy en un bar y no hay futbol, me pongo peor que un heroinómano en abstinencia. Ya después me enteré que en esta ciudad existe todo un culto a los Padres, pese a que según se, nunca han ganado nada en su pinche vida.
Aunque la gente lo minimice, el deporte forma parte de tu cultura y mi desprecio absoluto al béisbol es algo de lo que provoca que no pueda tener una carta de 100% nacionalizado tijuanense. Vaya, como dice PS García, él creció jugando desde morrito con escobas que eran usadas como bats mientras yo en mi infancia apenas si sabía lo que era el béisbol.
Mientras el disfrutaba las idas al Jack Murphy para ver los juegos de Padres, yo era feliz acudiendo al estadio Universitario de San Nicolás de los Garza a dejar el alma por los Tigres. Miles de tijuanenses crecieron amando a los Padres, un equipo cuya existencia yo no tuve presente en la faz de la tierra hasta mis 24 años de vida.
Hasta la fecha jamás he ido a un partido de beisbol en toda mi existencia. Una vez, allá por 1997, fui al estadio de beisbol de Monterrey porque el gobernador Fernando Canales iba a inaugurar la temporada de los Sultanes y yo tenía que entrevistarlo por no me acuerdo que pendejada, así que me vi obligado a perseguirlo hasta el estadio. Por fortuna el gober nomás inauguró y se fue por lo que me salvé de quedarme a ver el juego (por supuesto que traía un buen libro bajo el brazo por si acaso me tocaba quedarme) He ido muchas veces a estadios en USA: Qualcomm, también al Memorial Coliseum de Los Ángeles, al Rose Bowl de Pasadena, al Foxboro de Massachussetes y al estadio de los Gigantes en NJ, pero únicamente a ver partidos de Futbol, ya sea de la Selección Mexicana o de la MLS y en algunas ocasiones también de la NFL, pues el futbol americano hasta eso que sí me pasa más o menos (digo, no tanto como el FUTBOL, pero digamos que sí me divierte) También conozco varios estadios europeos (Olímpico de Roma, Parque de los Príncipes de París, Vicente Calderón y Rayo Vallecano de Madrid) Por eso me gusta Europa. La cultura europea jamás se rebajaría a aficionarse por una basura como el juego de los bates, que sólo en le gusta los pinches gringos y a los habitantes de islas caribeñas subdesarrolladas. El Mundo no pude estar equivocado. En más de 100 países del Orbe el Futbol es el deporte más popular. Es, por excelencia, el juego de la Humanidad. No exagero si digo que he ido más de 500 veces a ver partidos de futbol en mi vida. En 20 años de asistencia regular creo que es incluso una cifra conservadora.
Sin embargo, creo que si la Naturaleza me concede 90 años de vida, podré sumar 90 años sin haber ido a ver el beisbol. Sinceramente creo que puedo morir en paz sin conocerlo.