Eterno Retorno

Wednesday, May 26, 2004

Fc Porto 3-0 As Mónaco

Odio decir - se los dije- , pero?SE LOS DIJE
El Porto se quedará con la orejona, dije ayer y el Porto se quedó con la orejona. Eso sí, confieso que de forma más contundente a la que imaginaba. Yo veía en mi bola de cristal un 1-0 ríspido, sufrido, con un Mónaco tirando todo el tren por delante. Digamos que una diferencia de tres goles resulta abismal en una final de Champions y en este caso particular, resulta engañoso. Los teorreícos del futbol (que lo infestan al igual que la literatura) dirán que el marcador no refleja lo sucedido en la cancha. Mmmm? A mí se me hace que es el fiel reflejo de un equipo inteligente, ordenado y muy frío que no se desespera y es capaz de desesperar a cualquiera. Los del Principado se desesperaron y sucumbieron. Ni la presencia del Rey Luis y la princesa Carolina fueron suficientes para poner un poco de puntería en las botas de los chicos de Montecarlo. En Europa siempre, o casi siempre, triunfará quien tiene la cabeza más fría lo cual, las más de las veces, coincide con el que tiene una defensa más ordenada. Desde que vi al Porto anular a La Coruña en Galicia dije ¡cuidado¡ En el Viejo Continente los campeones no son los más explosivos, sino los más cerebrales.

Mejor dejo que sean mis colegas del Diario Marca quienes expliquen lo sucedido. Me he permitido plagiarles la nota, sólo para mostrar a los improbables lectores de esta cuna porquerioza, que la crónica deportiva se puede parecer mucho a la mejor literatura. Vaya, aquí en el changarro donde despacho, mis colegas de deportes y las notitas de agencia siguen apostando a la fórmula más espantosamente aburrida y sosa para escribir la crónica de un partido. Ejemplo: - El Porto goleó 3-0 al Mónaco y se consagró campeón de?- A callar digo yo. A ver, yo ya vi el partido, la repetición de los goles y lo que quiero al leer una crónica deportiva es un extra, otros ojos que reconstruyan y reinventen el duelo. Un partido de futbol es como el Aleph de Borges, sus posibilidades son infinitas. Chequen nomás la entrada de mis colegas españoles para narrar lo que fue la final de la Champions. Así se escribe una crónica deportiva:

Sí, ya sé que es difícil en los tiempos que corren, pero imagínense a alguien que se haya pasado los últimos tres meses en una misión en el África profunda, sin periódicos y sin televisión. El sujeto en cuestión toma tierra mañana en Barajas y se encuentra con que el Oporto es campeón de Europa. Si no le da un síncope pensará que se ha equivocado de planeta. Ah, y de 'propina' le dicen que la final se la ha ganado... ¡al Mónaco!
Pues no es tan raro, oiga. El Oporto ha sido, con mucho, el mejor equipo del Viejo Continente desde que el 24 de febrero se abrieran las 'hostilidades' con los octavos de final. Su fútbol no ha sido el más vistoso, pero su eficacia y consistencia están fuera de toda duda.
Defiende como nadie y 'atonta' al rival de turno hasta asestarle un golpe seco y mortal. Mientras, los minutos pasan y pasa que no pasa nada. Un suplicio para el espectador y un deleite para los amantes del 'fútbol probeta'. A Mourinho no le faltarán detractores -menottistas de diseño-, pero cinco títulos en dos años le avalan.
El día que me dejen escribir en Deportes y el día que a esta ciudad se le ilumine la cabecita y traigan un equipo de FUTBOL y se dejen de basuras beisboleras, yo cambiaré la historia de la crónica deportiva en Tijuana.