Eterno Retorno

Monday, February 09, 2004

Encuestocracia

Es propio de los tecnócratas y los empresarios “modernos” arrodillarse ante el becerro de oro de la encuestocracia. El resultado que arroje una encuesta es ley o mejor dicho, divino mandamiento. El mundo de hoy se rige por las encuestas y ello no significa en lo absoluto que sea más tolerante o democrático. Te encuestan no porque tu opinión valga para apoyarte a tí o a los tuyos, sino para ver de que manera te pueden engañar más fácil para venderte cosas o hacerte caer en patrañas políticas. Para no andarnos con rodeos, yo no creo en las encuestas. De entrada, las encuestas parecen olvidar algo tan humano como es la mentira. ¿Qué acaso creen que todos los que contestan dicen la verdad? ¿O acaso se instituirá la obligatoriedad de contestar con absoluta veracidad toda miserable encuesta so pena de ser acusado de perjurio?
En un mundo donde toda cifra o porcentaje de preferencia u opinión se mide por un sondeo, yo puedo presumir haber sobrevivido casi 30 años sin haber sido nunca encuestado. De verdad, a mí nunca nadie me ha encuestado para un carajo. Y yo sí he encuestado gente. A mis 17 y 18 años le tuve que entrar de encuestador los fines de semana, pues nomás no había feria. Me di cuenta entonces que de las miles de trampas que hacen los encuestadores para ganar tiempo y ahorrar esfuerzos
El encuestador, o sea, el vehículo más importante de este negocio, es a menudo un jovenzuelo muy mal pagado que si es nada más un poquito mañoso, se dará cuenta de lo fácil que es llenar las encuestas él mismo. Todos lo hacen así. Yo mismo lo hice. ¿Para qué andarnos con mamadas? Sin embargo, el resultado de esa "encuesta profesional", puede definir una campaña publicitaria o una estrategia política. Si algún día alguien me encuesta, yo simplemente mentiré por mero deporte.