Eterno Retorno

Sunday, February 29, 2004

En El corto verano de la anarquía, Enzenberger se entrega a la labor de escribir la biografía del líder anarquista español Buenaventura Durruti, un personaje envuelto por el aura de leyenda que acompaña a todo héroe popular y de cuya existencia apenas sobreviven los testimonios de quienes lo conocieron.
Al reconstruir la vida de este obrero metalúrgico que pasó casi toda su vida en la clandestinidad y cuyo anecdotario es propio de un personaje de película de acción, Enzenberger entrega uno de los trabajos más completos que se hayan escrito sobre el movimiento anarquista.
En una época de totalitarismos e ideas radicales, los anarquistas representaron desde su extremo, uno de los movimientos más puros en lo que se refiere a su ideario e incorruptible en la acción.
A diferencia de los comunistas, los anarquistas no conocieron la corrupción ni la seducción del poder.
En los cientos de testimonios recopilados por el escritor alemán, Durruti y sus compañeros oscilan desde una sencilla condición de jovenes obreros enfrentados a todo tipo de adversidades, hasta la de héroes de leyenda que con sus convicciones de hierro y su audacia lograron encender una mecha revolucionaria que se contagió por toda Europa.
Lo poco que oficialmente se sabe sobre Buenaventura Durruti, es que nació en Léon (provincia de Castilla) en 1896. Siendo un adolescente trabajó en un taller y por las noches acudía a la escuela, en donde empezó a relacionarse con otros obreros.
Muy joven aún se convierte en impulsor de huelgas Y se transforma en un perseguido que debe sobrevivir a salto de mata, huyendo de una ciudad a otra.
En esta historia, Enzenberger decide empezar por el final y el prólogo de su obra es la narración del funeral de Durruti en medio de una lluviosa noche de 1936 en la roja Barcelona de la Guerra Civil.
Después de este prólogo, y tras una breve introducción a los orígenes e ideario del movimiento anarquista, comienza la recopilación de los testimonios sobre la vida de Durruti desde su infancia hasta su muerte a manos de los falangistas al inicio de la guerra.
Como toda recopilación, la de Enzenberger es fragmentaria y encuentra su mayor riqueza en la contradicción de los testimonios, que nos revelan la imposibilidad de acceder a la objetividad absoluta.
Un paralelo en la literatura mexicana sería el libro La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska que maneja una estructura casi idéntica.
En estas obras, el recolector le entrega al lector las voces. Los personajes hablan. “Su” verdad está ahí, con toda la carga de subjetividad que tiene todo testimonio humano.
Las dudas, los cuestionamientos, las opiniones y las conclusiones son tarea del lector.