Eterno Retorno

Wednesday, January 14, 2004

Sobre las mil y un cosas que me valen madre en este mundo.

Me he dado cuenta que en esta vida hay demasiadas cosas que no me interesan. Más bien, puedo decir que son poquísimas cosas las que me interesan. Pero sucede que esas poquísimas cosas, me interesan demasiado, de manera adictiva, casi hasta la obsesión.

¿Qué define tus gustos? ¿Qué determina que optes por ciertos pasatiempos y no por otros? ¿El medio, tu psique? ¿Qué chingados?

Vivo en una ciudad que ama el beisbol y el box y yo desprecio con fervor ese par de pasatiempos.

Un tema recurrente en los blogs es hablar de cine, lo cual la mayoría de las veces es motivo para que yo deje de leer de inmediato el blog en cuestión, por ser un tema de mi absoluto desinterés.
En todo el 2003 fui a ver una sola película: El Señor de los Anillos III y paren de contar. No he visto ni una sola de las películas de moda. Que si Kill Bill, que si 21 gramos. Nomás oigo hablar de ellas, pero no las he visto, ni me interesa verlas.
Dicen que el cine es la manifestación artística que definió al Siglo XX. Tal vez yo no nací en ese Siglo.
El cine es cosa que me vale madre. No me interesa. Si me llevan y no hay otra cosa que hacer, pues vale, tampoco me caga ni es un suplicio. Si no, pues no hay pex. Yo no se de directores, actores y por lo que respecta a las actrices, pues me interesan nada más las guapas, léase Asia Argento. Suponiendo que hoy en día se acabara el cine para siempre y se dejara de hacer películas, no pasaría nada con mi vida. El cine no influye en ella. Si me quedaran 60 años de vida y en esos 60 años no vuelvo a ver una sola película, por mí mejor. A veces rentamos películas, pero casi siempre me quedo dormido y Carolina es quien las ve y mes las platica. El nuevo número de Letras Libres se trata de cine. Ni pedo, lo voy a comprar para no descompletar la colección, pero creo que no lo leeré. Sin duda a muchos les sorprenderá la existencia de alguien tan apático hacia el cine. En cambio, a mi ya no me sorprenden en lo absoluto las miles de personas que son apáticas a la literatura.

Nunca le he encontrado el sabor al vicio del juego. De pronto juego cartas con mi mujer para pasar el rato, pero hasta ahí. Nunca he ido a Las Vegas, ni siquiera a Viejas Casino y no tengo el más mínimo interés de ir. Es más, sólo una vez en mi vida he ido a un casino, fue cerca de Rochestrer NY, fui por obligación y ni siquiera jugué. Bueno, de algún vicio tenía que ser libre.

No se como se juega el beisbol, me caga el boxeo, me aburren todos los deportes gringos y para ser honesto, de una sección de deportes sólo leo lo referente al deporte más hermoso del Universo que se llama futbol. Lo demás lo tiro.

Tampoco conozco Disneylandia y no me interesa conocerlo.

De todas las listas que hicieron los blogueros sobre sus top ten musicales del 2003 no he escuchado un solo disco ni conozco a ninguna banda. De verdad que a ninguna. Puras madres que supongo elec-trónicas o techno pop o parafernalia por el estilo.
Sin embargo, los entiendo perfectamente, pues aunque en diferente género, compartimos el mismo pinche vicio de estar escuchando música. Yo tengo cientos y cientos de discos, pero si hiciera mi top ten, casi nadie lo identificaría. El metal no es popular en la blogósfera.


Conozco gente que en sus casas no tienen un solo disco. Se contentan con oír lo que pasan en el radio y ya. A esos sí que no puedo comprenderlos.


Como ya dije, conozco mucha gente que no tiene un solo libro en su casa y que no ha leído uno en su vida. Esos son la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta.

No tengo ni un sistema de videojuego en casa y para ser honesto, no se jugar ninguno. Me llaman la atención los videojuegos de futbol, (por que el futbol, en cualquiera de sus presentaciones, es adictivo) pero soy malísimo con los controles.


Las computadoras no me gustaban. De hecho las odiaba, pero de unos años para acá les reconozco una enorme utilidad en mi vida. Aquí está esta cuna de porquerías que no me dejará mentir. De cualquier manera, soy casi un analfabeto cibernético.

Las marcas de ropa me valen un carajo. Sólo tengo atracción hacia la ropa de cuero (puedo ser tu cliente Humphery), las camisetas originales de futbol y las botas Doctor Marteens. Por lo demás, confieso que no tengo idea de que marca son el pantalón y la camisa que traigo puestos, ni recuerdo donde los compré. Supongo que eran los más baratos de la tienda.

Sí un día una pastilla amnésica borrara de mi mente los recuerdos de los libros que he leído y los países que he visitado, yo ya no sería la misma persona.
Yo soy mis viajes y mis lecturas. La vida merece la pena ser vivida porque siempre habrá un nuevo libro que leer y una nueva ciudad por visitar. Esa es la razón por la que no he cumplido mi promesa de suicidarme antes de los 30 años.