Eterno Retorno

Friday, January 31, 2003


Tantos animales en el mundo y todo lo que hemos perdido: la crueldad inocente, la opaca monstruosidad de los ojos, apenas distintos de las pequeñas burbujas que se forman en la superficie del lodo, el horror vinculado con la vida como un árbol con la luz. G. Bataille.

Dispuesto a exterminar y ser exterminado, el hombre quiere decir sí al mundo y al horror que éste conlleva. Sin embargo esa actitud es esporádica. Al igual que el ojo humano rehuye la visión frontal del Sol, cuando el cráneo de Dios estalla, nadie oye. Holocausto no es otra cosa que le cráneo de Dios.
Aceptémoslo. La guerra fascina a los hombres. Acuden a ella como si asistieran a un maravilloso espectáculo de una hiero-fanía, la llegada a este mundo de lo sagrado más tenebroso. Los apetitos, la rabia, la violencia que la paz frena con enorme es-fuerzo, son liberados por la guerra. Bataille opina que la paz no es un aspecto natural de la sociedad o mejor dicho de todas las sociedades. Del Desorden de Dios, Ignacio Díaz de la Serna

El planeta Kundera fue de mis 18 a mis 22 años una suerte de altar literario. Por alguna razón consideré a Milan la más alta expresión de lo contemporáneo y me fleté absolutamente todas sus novelas, al menos todas las existentes en español. Pero algo ocurre conmigo y los autores. Después de un periodo de luna de miel reniego de ellos. Sufro un inevitable desencuentro y me arrepiento de haber estado tan clavado en sus obras. Me ha sucedido con muchos- José Agustín y Carlos Fuentes en la adolescencia y después Saramago, Da Jandra y una buena cantidad de ejemplos.Aún no me sucede con Bellatin. En cambio con la música soy muy paciente. Llevo casi 20 años oyendo Sabbath y Maiden y es fecha que no me aburro. En fin, acá va un comentario sobre Milan escrito hace unos años.

Ítaca sumergida

La Ignorancia
Milan Kundera
Tusquets Editores Colección Andanzas

Por Daniel Salinas Basave

La pluma de Milan Kundera se desliza al compás de las catástrofes políticas que han azotado Europa del Este en los últimos 70 años. Revoluciones, dictaduras totalitarias y exilios han sido el entorno en el que sus personajes han cobrado vida. Siguiendo el curso de la historia, “La Ignorancia”, novela con la que recibe el Siglo XXI, es quizá el más fiel reflejo literario de esa suerte de modorra intelectual que padece la Europa globalizada, la Europa del Fin de la Historia donde las ideologías y sus caudillos forman parte de un museo de lo obsoleto. Por desgracia, este sutil desencanto producido por el ingreso al confort de la cultura light, ha impregnado las novelas de Kundera y en ese sentido La Ignorancia funge como una navaja de doble filo: por una parte refleja la angustia que seguramente embarga al propio Kundera, pero por otra se inscribe en la lista de los libros suaves y digeribles que algunos autores consagrados suelen producir después de sus obras cumbres.
Hay tres etapas en la vida de Kundera que se han visto plenamente reflejadas en su producción literaria. La primera es la del escritor checo combativo, la segunda la del escritor checo exiliado y la tercera la del escritor francés. Su primera etapa está marcada por las heridas de su patria. Nacido en Bohemia en la ciudad de Brno (actualmente en República Checa) en 1929, Kundera vivió en carne propia los horrores y el absurdo de los “ismos” que sacrificaron a millones de personas concretas en el altar de las ideas abstractas. Vivió la pesadilla nazi siendo un adolescente y entró a la juventud con la revolución socialista de 1948. En plena madurez, contempla los tanques soviéticos aplastando Praga en aquella Primavera de 1968 y es entonces cuando convertido en una pluma marginada y perseguida, afloran sus libros navaja. Es en estos años cuando surgen las piedras angulares de su trabajo como son “La Broma”, “La Vida está en otra parte” y “El libro de la risa y el olvido” que desnudan el absurdo del totalitarismo comunista al enfrentarlo al territorio erótico y lírico del individuo. Libros prohibidos en su momento, copiados y distribuidos en forma clandestina, hicieron de Kundera la voz humana que gritaba en el maquinal desierto totalitario. En su segunda etapa, Kundera es un escritor checo que vive exiliado en París y cuyos libros empiezan a leerse en toda Europa. Es en esta etapa cuando surge su apoteótica “Insoportable levedad del ser”, “El libro de los amores ridículos”, “La despedida” y “La inmortalidad”. Gozando ya de fama y reconocimiento mundial y caminando sobre los escombros del Muro de Berlín, ocurre una transformación en los libros de Kundera: El escritor checo exiliado abandona su lengua materna y comienza a escribir en francés. Empieza entonces su tercera y más desdichada etapa en la que produce la trilogía conformada por “La lentitud”, “La identidad” y “La ignorancia”.
En su último libro, Kundera encarna en Irena el drama del exiliado una vez que el exilio ha perdido su razón de ser. Son los años noventa, el hierro de la cortina comunista se ha derretido y después de más de dos décadas, los desterrados vuelven la mirada a la patria, pero ese lugar idílico no existe más. Tras 20 años de destierro en París, Irena regresa a Praga animada por su marido sueco Gustaf y sus amistades francesas, que parecen estar más interesados que ella misma en el retorno al terruño. En el aeropuerto parisino se encuentra con Josef, otro exiliado checo con quien Irena pudo haber iniciado algún día un amorío de juventud que finalmente no se consumó. Josef también vuelve a Praga luego de su destierro en Dinamarca y en el interior de Irena, que aún lo recuerda, surge lentamente el deseo de reconstruir el pasado y continuar aquello que el exilio ha interrumpido. Pero el retorno supone para ambos el darse cuenta que su patria les resulta un lugar totalmente ajeno y extraño, un universo impersonal y acaso hostil con el que nada tienen que ver. No son sus retornos como el del Hijo Pródigo o el de Ulises, pues la tierra que añoraban parece estar sumergida bajo los escombros de un pasado derruido y apenas reconocen el rostro de la Praga que los recibe. Y solo entonces caen en la cuenta que el objeto de su nostalgia es irrecuperable pues ha desaparecido para siempre. Nadie ha escrito ni escribirá la historia de lo que pudo haber sido y ahora Irena y Josef son extranjeros en esa Praga atiborrada de turistas por cuyas cúpulas góticas se asoman las M amarillas del Mc Donalds y los anuncios de Coca Cola, una Praga de tarjeta postal que fascina a los extranjeros, entre ellos al marido de Irena, quien portando orgulloso su camisa con la leyenda “Kafka is born in Prag” se declara amante del espíritu checo que los exiliados desconocen.
Indudablemente, el drama de Irena y Josef es el que enfrenta Kundera que acaso no encuentra el camino de regreso a esa patria literaria que el mismo fundó. Sí, su trilogía en francés tiene ese infalsificable sello kunderiano en el que la filosofía de la historia parece explicarse a través del ser erótico, pero hay algo que parece haberse ido para siempre cuando Milan decidió dejar de escribir en checo. Acaso su pluma se sintió extraña ante la blanca llanura de papel o tal vez una musa que no entiende la lengua Rabelais y añora la de Kafka, decidió morir y dejar al escritor a la deriva y ahora imagino a este otro K. checo pensando en francés mientras camina por los Campos Elíseos o los Jardines de Luxemburgo, como un Ulises en busca de su Ítaca literaria que ya nunca encontrará.




Ni modo, ya volví a los comentarios negativos pero no puedo evitarlo.
Las escenas “coolturales” de la actualidad ofrecen musicalmente solo dos platos detestables: silviorodigueces o punchis punchis. No hay para donde diablos hacerse. Trovadores o Djs. En ese caso yo prefiero el silencio sepulcral. ¿Que acaso todo aquel que gusta de la buena literatura debe gozar de la trova cubana? Y es que me lo han dicho; “Como a ti te pasan mucho los libros, entonces te ha de encantar el Milanés y el Silvio y esas ondas. Y yo respondo un honesto guakala. Y te clavas en los discos que venden en El Día y pura onda de esa. Hueva total. Lo peor es que los antros que no están metidos en el lamen-to silviesco, tienen las bocinas atiborradas de trance, ambient y de más productos soporíferos ¿De donde diablos sacaron eso? Ya estoy contando los días para que se pase esta ridícula moda y sea recordada como hoy se recuerda a la música disco, pero nomás no veo para cuando. En fin, tal vez necesito que un Dj me de unas clases de catecismo y me enseñe a apreciar eso gé-neros. En fin, no detesto a la música electrónica con la misma intensidad que detesto al rap. Como sonido lo electrónico me es indiferente. Lo odioso es que la juventud convierta en un becerro de oro a una música de fondo, que sería a gusto para estar en el supermercado escogiendo uvas.


Voy a volver a hacer el intento por acudir a un curso impartido por la Escuela del Nuevo Periodismo. Las peores traiciones de mi inspiración ocurren cuando tengo que redactar una carta para esos hijos de puta. Será que me cuesta mucho trabajo ser hipócrita. Pero ahí voy de nuevo. 800 mugrosas palabras falsas sobre las poéticas razones por las que soy periodista, escritas, ya saben, al más puro estilo del realismo mágico. Ya estoy hasta la madre de ellos y de su maldito sitio donde no se pueden inscribir los formularios. Tal vez en esta ocasión les voy a decir la verdad: Simplemente quiero viajar a Sudamérica. Sim-plemente. Ah, y por cierto, en mi librero García Márquez es un cadillo aplastado en el culo. No voy a decir que es una mierda ni diré que lo detesto, pero ya estoy saturado de garcíamarquezadas. Está bien que sí, pero no es para tanto. Es un escritor so-brevalorado, hay muchos muy superiores a él en el continente y nada más de puro coraje no he querido leer Vivir para contar-la.


Casa tomada fue el primer cuento que leí de Julio Cortázar en mi vida. Casa tomada no es mi cuento favorito de Cortazar. Pero por alguna razón, ese cuento aparece en todas las antologías donde se incluye a Cortazar. Yo lo tengo en El cuento his-panoamericano, donde lo leí por vez primera, en la Antología de la Literatura Fantástica de Borges, Bioy y Silvina, en la an-tología de cuentos compilada por Pitol y en alguna otra más que no recuerdo. No se porque diablos sucedió, pero esto lo pen-sé anoche en una duermevela de aquellas. Y creo que aún medio dormido me traté de ponerme a justificar que Isla al medio día y La autopista del Sur son mis relatos cortazarianos preferidos.


Me gusta lo improbable. Me gusta al menos una vez al mes desafiar al horario y a la rutina normal del día. Nada hay como fugarte un día de entre semana al medio día e ir a la Playa y tomarte unas cervezas helad, heladísimas en El Pescadito mien-tras lees. Uno de mis placeres más consumados es leer mientras bebo, si es frente al mar pues mucho mejor. Ayer pensé en terminar de leer Las piadosas, pero una novela gótica no debe nunca leerse bajo el sol playero. Sería un sacrilegio. Así que me leí un par de reportajes muy apetecibles. Una búsqueda fallida del cadáver del Che Guevara bajo una pista de aterrizaje en La Higuera Bolivia y Amanecer en La India, una crónica fuera de serie sobre la madrugada del 15 de agosto de 1947, cuando la Union Jack fue retirada del Palacio Real de Nueva Dehlí. Por cierto, el líder fundador de Pakistán Mohamed Alí Jinnah un fanático musulmán que bebía whisky, estaba mortalmente enfermo cuando se declaró la independencia india.
Si la declaración de independencia hubiera esperado, Jinnah hubiera muerto y posiblemente no hubiera nacido Pakistán y estaría unido con la India. Miles o millones de muertes en lucha fraticida se hubieran evitado. Todos los días se entera uno de algo.

Wednesday, January 29, 2003


Es un hecho, voy a ir a blogadictos anónimos y si no lo hay, lo fundaré. Cuando una adicción te empieza a provocar que mandes al carajo los deberes por los cuales te pagan, entonces las cosas son graves. Ni con el alcohol me ha sucedido esto. El blog me agarró y ya no me suelta. Enero ha sido por mucho uno de los meses periodísticamente más improductivos de mi vi-da Si ustedes notan que en Frontera la firma de Daniel Salinas aparece cada vez menos en la primera plana, échenle la culpa al blog. Por lo demás quisiera mandar al carajo el periodismo por un buen rato. Ver si lo extraño, si llego a necesitar de él o si tan solo fue una falsa ilusión.


Bruno Ruiz tiene razón en sus observaciones sobre Eterno Retorno y me ha hecho reflexionar al respecto. Ayer mismo es-cribía sobre mis sinceros propósitos de empacar menos odio en el blog y la observación de Bruno lo refuerza. No quiero des-tilar coraje ni amargura, pues no es mi intención. Mucho menos atacar u ofender a alguien. Tal vez estoy muy adentrado en el Planeta Vallejo y se me contagia esa actitud del improperio como doctrina. Voy a deajr un rato Rambla paralela. Gracias por la observación. En verdad me ha hecho reflexionar.

Por cierto, a propósito de Bruno. Hoy recomienda en su columna que vaya a la librería del Cecut a capturar uno de los dos ejemplares de Cuando fui mortal. Me daré por aludido y le tomaré la palabra. Tal vez es tiempo de redescubrir a Marías, un autor incomprendido por mí. Mi debut en el Planeta Marías fue en 1999, con Negra espalda del tiempo, ampliamente reco-mendada por Federico Campbell. Adquirí la novela en el Sanborns de la Calle Morelos en Monterrey y fue por cierto el libro que estaba leyendo cuando se produjo mi definitiva mudanza a Tijuana en abril de 1999. Tal vez mis expectativas eran muy altas, pero el libro me aburrió un poco. Dado que Negra espalda era una encarnación de Todas las almas decidí comprar este libro (concretamente en El Día de Sánchez Taboada y fue uno de los primeros libros que compré en Tijuana) Todas las almas me gustó mucho más, aunque tampoco lo elevé a la categoría de inolvidable. Hay una escena que me encanta sobre la que al-guna vez escribí una reflexión. La madre de Clare Bayes se arroja de un puente ante la mirada de su hija, de su amante y de su marido engañado. Los tres la aman y nadie hace nada por salvarla. John Gawsworth es un personaje magnífico. Todo un Enoch Soames. La isla de Redonda se parece un poco a mi Daxdalia. Desde entonces he seguido al autor con su columna Carta de Madrid en Letras Libres. En fin. Pensándolo bien sí me gusta Javier Marías y le tomaré la palabra a Bruno. Voy a leer Cuando fui mortal. Además, Marías tiene otro punto a su favor: es un fanático del Real Madrid. Como yo soy todo un prejuicioso literario, un autor al que le gusta el futbol gana a priori una buena cantidad de puntos en mi estima. Marías es me-rengue de corazón y hasta tiene cuentos de futbol (tengo uno en el libro de Valdano) Benedetti, Galeano, Villoro son otros futboleros consumados y por ello los aprecio.
Punto y aparte, los escritores e intelectuales que despotrican contra el juego más hermoso del universo pierden muchos puntos en mi estima. De no ser por su antipatía al futbol, yo hubiera fundado una Iglesia de Borges, de la misma forma que existe una Iglesia Maradoniana. Pero bueno, a Borges soy capaz de perdonarle todo.


Podría quedarme horas en la Biblioteca Benito Juárez. Es más, pediría que me encarcelaran unas cuantas semanas ahí de-ntro. No me importa que no haya un baño disponible. También puedo prescindir de la computadora siempre descompuesta. Nuestra biblioteca, sin ser una maravilla atesora unas cuantas delicias. Enciclopedias de esas de más de 30 tomos que no es-catimaban en información y fotografías. Libros pesados, de pasta dura, imprácticos, suculentos. Digan lo que digan los cibernautas, no hay nada mejor que una vieja enciclopedia. De esas que pesan toneladas, te ocupan un librero entero y te hacen ver tu suerte el día de la mudanza. Reto a los niños Itesm a debatir el tema Buscaba una biografía de Percy o Mary Shelly que aclarara la veracidad del pasaje del verano de 1816 en Villa Diodati en compañía de Lord Byron. Uno se entera de tantas cosas. Mary Shelly escribió Frankenstein a los 19 años y sobrevivió 30 años a la muerte de Percy, quien murió ahogado en 1822. También descubrí un diccionario enciclopédico de la Masonería. Cinco tomos viejos y gordos. También tienen el Sudario de hierro y otros cuentos góticos, donde por cierto aparece un pasaje de Melmoth el Errabundo. ¿Sabrá la ingenua directora del Imac lo que posee en su abandonada biblioteca a la que no ha sido capaz de ponerle un baño? Ya se, utilizaré la columna Agua Caliente para autopromoverme como director de la Biblioteca Municipal. Ja, ja ja.


Sentado en mi sillón favorito, con una botella de Sol en la mano y una bolsa de cacahuates muy salados, el domingo con-cluí la lectura de Lodo. Sin temor a equivocarme puedo decir que el profesor Torrentera es el personaje más logrado de Fan-danelliy tal vez el mejor antihéroe de la literatura mexicana actual. Con todo respeto para los que admiran su etapa under-ground, creo que esta novela publicada por Debate está muy por encima de sus anteriores trabajos. Dejó atrás todo afán pre-tencioso en sus personajes. Torrentera y Eduarda son fabulosos. La ironía y el negro humor infestan cada página nadando en-tre disertaciones filosóficas bajo la sombra de la tragedia. En verdad da gusto decir que una lectura valió le pena.


Estoy leyendo una novela prototípica e intencionalmente gótica. Lo interesante es que fue escrita en 1998. Se llama Las Piadosas y su autor es Federico Andahazi. Sobre este argentino yo tenía algunos prejuicios (como ya he confesado anterior-mente, estoy lleno de prejuicios literarios y eso me ha hecho mucho daño) Lo mismo me pasaba con Patrik Sünskind. Los consideraba piezas de escaparate. Después de leer El Anatomista decidí seguirle la pista al autor y he aquí que estoy realmen-te embriagado con su pieza gótica. Aunque tiene un par de errorcillos (Hablar de las Desventuras del Joven Werther como un libro antiguo en pleno Siglo XVIII y una contradicción irrelevante en un párrafo) la novela es más que aceptable. Es difícil apostarle a ser un gótico solemne sin causar risa. Andahazi lo logra.
La literatura gótica no podría existir sin la anticipación del horror y esa manía por la premonición solemne. Lo más horro-roso e infernal no es lo que se está leyendo, sino lo que está por venir, lo que se oculta al otro lado de la página como un ,morador de sombras. Confieso que poniendo un poquito de mi parte con una pequeña dosis de autosugestión, el libro es ca-paz de ponerme lúgubre.

Tuesday, January 28, 2003


No acostumbro releer lo escrito en mi blog, pero hoy lo hice y debo aceptar que lo escrito irradia una fuerte dosis de carga nociva. Lo leí porque alguien me hizo ver que yo usaba el blog para atiborrarlo de sentimientos negativos. Es cierto. En reali-dad decidí crear esto como una suerte de escape creativo, un espacio para la improvisación y el libre ejercicio, pero casi toda mi esfera creativa tiende la oscuridad
Y vuelvo a preguntarme entonces ¿Porque diablos hay tanto odio dentro de mi? No lo se. No nací ni crecí en un entorno familiar adverso, amo a mi esposa, vivo junto al Océano más bello del mundo, tenemos un perrito al que amamos como hijo y sin embargo irradio demasiadas malas vibras en mis ejercicios creativos y mi cabeza está llena de demonios.
Soy capaz de sonreír, de reír a carcajadas de las cosas más simples, de ayudar a mis semejantes pero cuando me pongo a escribir generalmente apesto a odio. No contra alguien en especial. Es un simple coraje a lo Fernando Vallejo. Últimamente he estado muy pegado a La Rambla paralela y El desbarrancadero si es que sirve de justificación.
Tengo empezados un par de engendros narrativos que son simples recipientes atascados de odio. Uno de llama La Iglesia de la Eutanasia y otro es Odiando a Dios en Tijuana. Por si fuera poco, la mayor parte del día hay un par de audífonos pega-dos a mis orejas y el 95 por ciento de las ocasiones estos audífonos están escupiendo metal.
En fin, tal vez si mi pluma no escupiera tanta mala vibra, si mis pensamientos no parieran tanta idea macabra, si no escu-chara tanto metal y no tuviera tanta filiación por los creadores nihilistas, yo sería en el mejor de los casos alguien insoporta-ble (para muchos ya lo soy) y en el peor, un aborto social con un oficio dañino para el mundo y la especie humana como policía ministerial, recaudador de hacienda, sacerdote católico del Opus Dei, banquero en el Fobaproa y otras desgracias. (Sí, ya se que los periodistas también somos una calamidad, pero somos un mal necesario, mientras que los otros oficios que describí son prescindibles para el planeta)
Improbables lectores, ningún mensaje de Eterno Retorno es contra alguien en especial. Cuando odio a alguien le pongo nombre y suelo decirlo. Fuera de mis compañeros periodistas Paty Blake y Juan Carlos Reyna, no tengo el gusto de conocer personalmente a ningún otro bloguita por lo que no guardo ningún sentimiento especial hacia alguno ni pretendo en modo al-guno agredir a alguien. Yo trato de leer sin prejuicios los blogs de todos ustedes y algunos los disfruto honestamente, pues son buenísimos. De hecho los hay geniales. En fin, no quiero que Eterno Retorno sea un cáncer de mala vibra en la comunidad bloguera. Si tengo algún improbable lector que tenga la paciencia de chapotear en este pantano del desvarío, solo me resta decirle que en este mundo solo hay dos personas a las que mataría si me fuera posible: Magdalena Gojón (la directora que me expulsó del colegio en segundo de secundaria) y George Bush. Algo me hace pensar que ninguno de ellos ha leído todavía Eterno Retorno.



God hate us all, god hate us all, you know he hates that place, you know he hates that race. (Slayer, disciple)
War support, the sport is war, total war (Slayer, war ensamble)
Walking this dirt streets, with hate in my mind...(Sepultura, Inner self)
Look at me, my feelings turn, stronger than hate...(Sepultura, stronger than hate)
Odio a mi alrededor, calienta el odio dentro de mi (La Polla Records, calienta el odio)
Extreme aggresion, see you suffer bring pleasure to me (Kreator, Extreme aggresion)
Yo necesito de ti, tanto como tu de mi dejémonos de pendejadas basta ya de agredir (Atóxico, divisiones absurdas)



He dejado de alimentar Eterno retorno. Yo juré ser un blogger constante. Como justificación debo señalar que no ocurrió porque mi apetito blogguero se haya visto mermado. Todo lo contrario. He estado escribiendo como un demente. Y también en un blogg. Lo que pasa es que he sucumbido al vicio de crear un bloguita imaginario. Me he creado una personalidad alter-na. Y esta nueva personalidad absorbe todo mi tiempo. ¿Estaré delirando? Mi esposa Carolina tal vez lo diagnosticaría en sus pacientes como un rasgo de esquizofrenia. En fin, mi nuevo personaje, que por cierto es mujer, desarrolla un blog autobiográ-fico desde una suerte de autoexilio. Ya lo conocerán.