Eterno Retorno

Friday, November 07, 2003

Mi colaboración para Algunas Cabezas Rodarán

Por Daniel Salinas Basave


Cuando escucho Arch Enemy, me parece estar frente a un Carcass graduado con honores y diplomas en la Universidad de Gotenburgo Suecia.
Esta banda conserva mucha de la brutalidad destripadora del grind más carnicero, pero le han adap-tado a la perfección la melodía deathmetalera típica de escena sueca.
Confieso que cuando supe de la existencia de esta banda en 1996, conformada por miembros o ex miembros de nombres bastante célebres como Carcass y Mercyful Fate, pensé que sería la típica agrupación de ocasional proyecto paralelo que se extingue después uno o dos discos.
Recuerdo que por ese entonces varias revistas especializadas como Metal Maniacs y la siempre exi-gente Terrorizer, se deshacían en elogios para un disco titulado Black Earth de esa nueva banda sue-ca llamada Arch Enemy, fundada por el ex guitarrista de Carcass Michael Amott y su hermano Chris-topher.
Fue gracias a los discos recopilatorios de la Century Media Records que pude escuchar por vez pri-mera a esta agrupación, lo que fue el gancho definitivo para motivarme a adquirir su disco Stigmata en 1998.
Me sorprendió la precisión del bataqueo de Daniel Erlandsson y los inconfundibles riffs de los her-manos Amott, aunque la voz de su cantante Johan Liiva, me resultaba la del típico sueco wanabe En-tombed.
Pero en 2001, Arch Enemy dio una sorpresa matadora al presentar a su nueva voz: Una guapa rubie-cita alemana de baja estatura llamada Angela Gossow, cuya voz sonaba mucho más desgarradora y potente de la de Livia.
Su nuevo disco Wages of Sin, que por azares del destino se editó en Japón con casi un año de ante-rioridad al resto del Mundo, fue devastador.
Y es que uno no puede permanecer indiferente cuando escucha rolas matadoras como Burning Angel, Enemy Within, Ravenous y Savage Messiah.
Fue precisamente en su primera gira americana, en el verano del 2002, cuando tuve la suerte de es-cuchar en vivo a Arch Enemy en el Brick by Brick de San Diego.
Uno de los mejores conciertos de estilos brutales que me he fletado en mi metalera existencia. Ahí pude comprobar que la voz de Angela es tan desgarradora en vivo como en la grabación y que el guitarreo de los hermanos Amott se conserva limpiecito hasta en los momentos más agresivos.
Hay que señalar también que la gira era encabezada por los ultrabrutales Nile, los auténticos farao-nes del death americano, aunque de ellos ya hablaré otro día.
Por si fuera poco, las letras de Arch Enemy, muchas de ellas compuestas por Angela, poseen una os-curidad y una dosis de agresión que infestan el alma.
Mucho más allá de cuerpos mutilados o apariciones demoníacas, la lírica de Arch Enemy tiene que ver con las tinieblas interiores del hombre, el odio como una fuerza superior, una bestia ennegrecida que vive dentro del corazón humano.
El pasado 26 de agosto, justo el día en que Maiden, Dio y Motörhead se despacharon un concierto de antología en el Sports Arena de San Diego, me di tiempo para cruzar a la Tower Records y hacerme del nuevo disco de Arch Enemy: Anthems of Rebelion, que precisamente en esa fecha salió del hor-no.
Desde entonces le he dado buenas repasadas a Silent Wars, Leader of the Rats y Dead Eyes See No Future, aunque a la fecha sigo un poco más identificado con el disco anterior.
Por lo pronto, me preparo espiritualmente para el próximo 21 de noviembre cuando Arch Enemy esté de regreso en San Diego abriendo el concierto para un demonio viviente: Slayer.
Salvo por el bodrio de Hatebreed, el único estorbo en el cartel, tengo fundadas sospechas de estar a la víspera de la noche más brutal del año.