Eterno Retorno

Thursday, October 23, 2003

Sí, ya se que con el futbol, o más bien dicho con los Tigres pierdo todo el estilo. Ya sé que me transformo en un barra brava intolerante e irracional que limita su absoluto gozo y su catarsis emocional al desempeño de once hombres vestidos con una camisa amarilla a los que no conoce personalmente.
Pero este Mundo nuestro está hecho de símbolos y alegorías. Yo llevo casi 20 años de basar mis alegrías y tristezas en los éxitos y fracasos de un equipo de futbol. Es algo muy válido y diría hasta digno. Después de todo, nuestras causas, nuestra fe, nuestros ismos no son más que chaquetas mentales, castillitos de aire contaminado. Millones de personas adoran, se encomiendan y matan por un dios al que nunca han visto y cuya existencia, hasta que no se pruebe lo contrario, es una odiosa mentira. Luego entonces ¿Porque extrañarse que algo tan sencillo como un gol de los Tigres pueda generarme una duradera felicidad? Toda felicidad es ficticia y como Borges , por cierto un antifutbolero de cepa, cada quien tiene derecho a elegir sus ficciones. La felicidad que me provoca el futbol es tan ficticia como la que me provoca la literatura o el alcohol. Yo soy muy feliz con mis ficciones y Tigres es mi ficción favorita.