Eterno Retorno

Friday, October 10, 2003

Gusano Rojo

Calimax de Zona Río, departamento de bebidas. Recorro con la vista las botellas como un depredador que espía a su presa. Unas edecanes me informan que el tequila Cazadores está en promoción especial. Les doy las gracias por este dato que enriquecerá mi cultura general, pero mis intereses son otros. De pronto mis ojos lo descubren: Ahí está frente a mí la botella de Mezcal Gusano Rojo con el ejemplar del anélido que da nombre al divino elixir, descansando al fondo del pomo.
Las chicas que promueven el tequila me miran como a un teporocho y la cajera me pide una identificación cuando pago con tarjeta. Sin duda piensa que un ser que bebe esos potajes y es capaz de devorar gusanos con sal y limón no puede ser un hombre de bien. Pobres, si supieran los remotos orígenes de mi adicción al mezcal, si ellas pudieran entrever en sus parcas existencias los paraísos e infiernos a los que me ha arrastrado esta bebida. Me remonto a mis 17 años, a ese mítico agosto de 1991 cuando en compañía de mi amigo Rodolfo Cruz viajé por primera vez a Oaxaca con unos cuantos centavos en la bolsa. Fue en ese agosto, sentado en los adoquines de Puerto Escondido, cuando probé el verdadero elixir de los dioses del maguey, mucho antes por cierto de leer a Malcolm Lowry.
Agosto alucinante, agosto demente, Puerto Escondido, Puerto Ángel, Zipolite, ríos de mezcal y hierba y los labios rasposos de una jalapeña que me juro tenía 16 años y solo después, mucho después, me confesó sus 14. Confieso que nunca antes ni después he llevado tan en alto una honesta vocación de ponerme hasta la madre como único fin en mi existencia-

Hacía tiempo, mucho tiempo, que un reportaje no me involucraba de tal manera. Yo a menudo almaceno las cuestiones periodísticas en un rincón muy específico de mi mente en donde todo aquello que entra tiene prohibido mezclarse con mi inspiración, mis sueños, mis lecturas, mis alucinajes y mi matrimonio. Pero esta mierda está rebasando todos los límites. He soñado varias veces con este reportaje, he interrumpido mis lecturas por darle una y mil vueltas en mi cabeza a este maldito asunto. En teoría así debería de ser siempre el periodismo, algo absolutamente pasional, más fuerte que cualquier asunto hedonista o personal.
Hoy en día este asunto se ha apoderado por completo de mi mente y aún no se el desenlace que pueda tener todo esto. Se acabó el juego del gato y el ratón y la falsa estrategia del escondite y los secretos. Hace unos días nosotros los seguíamos. Ahora ellos nos siguen a nosotros. Eso ya es un hecho, no es paranoia.
Ellos presionan de todas las formas posibles. Hoy hablé con él. Hace un rato me puse a pensar que él seguramente no entiende mis razones. Bajo su lógica, toda acción tiene un fin específico, una intención clara, las más de las veces económica. Imagina que todos en este mundo tenemos un precio y sin duda toda acción de periodismo quijotesco escapa a su universo racional. Después yo también me lo pregunto: Ultimadamente ¿Por qué lo hago? ¿Será porque tengo una sed insaciable de revelar la verdad? ¿Un afán de Quijote de la pluma? No ganaré un centavo más o un centavo menos por hacer esto y sí unos cuantos enemigos. Para alguien con una mentalidad práctica y empresarial esto es un total absurdo sin justificación lógica. Pero la mentalidad periodística es lo más ajeno a lo práctico y lo empresarial y es por eso que habemos tantos locos chapoteando en estos pantanos. ¿Por qué lo hago? Sólo hay una respuesta: Porqué sí, porqué no se hacer nada más en este mundo y ya lo hago com-pulsivamente. Ni modo cabrones, no tengo remedio, ustedes disculpen.



Sobre la guadaña en la UABC

Hay quien me cuestiona como terriblemente contradictorio señalar como una buena acción del rec-tor Mungaray el haber barrido zánganos de la UABC. La verdad es que hay respetables profesores con auténtica vocación académica eliminados injustamente por la limpia del rector, pero hay que re-conocer que en algunos casos se logró desparasitar la UABC.
Pongamos las cartas sobre la mesa. El señor Mungaray no me cae nada bien. Por el contrario, lo considero déspota, mal educado y cerrado a la crítica. Si alguien pretende sostener que apoyo sus políticas, está equivocado. Puedo preciarme de haber sido el primero en publicar (y en primerísima plana) todo lo relativo a sus planes de operación guadaña en la UABC y su intención de arrasar con los profesores que no tuvieran maestría. El señor se encabronó conmigo y me acusó de amarillista, pero algunos meses después todos los pronósticos se cumplieron (a las hemerotecas me remito)
Jamás podré apoyar políticas fascistoides o neoliberales en las universidades públicas, pero la realidad es que sin justificar la estrategia de Mungaray, lo cierto es que la UABC, al igual que muchas universidades del país, estaba plagada de zánganos burócratas y esqueletos fosilizados. Y como señalé en mi post de ayer: ni el gobierno ni las universidades públicas tienen porque mantener haraganes en nombre de la cultura. Las grandes o miserables becas que reciben, se pagan con nuestro dinero y yo no estoy para mantener artistoides oficiales, burócratas académicos y grillos de aula.