Eterno Retorno

Tuesday, July 15, 2003

Pasos de Gutenberg
Los cuentos de una vida
Antología del cuento universal
Sergio Pitol compilador
Editorial Debate

Por Daniel Salinas Basave


“Que otros se jacten de las páginas que han escrito. A mí me enorgullecen las que he leído”. Estas palabras son un homenaje a los buenos lectores, seres que consuman el acto literario y que a menudo quedan en un segundo plano. Que conste que la frase la pronuncia Jorge Luis Borges, uno de los pocos que tendrían derecho a jactarse eternamente de las páginas escritas por su pluma.
Borges fue ante todo un gran lector. Con Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo conformó la Antología de la literatura fantástica, non plus ultra del género.
Sí, es cierto que ser un buen escritor no necesariamente implica cubrir el requisito de ser buen lector, pero en lo personal, profeso un enorme respeto por aquellos autores que ante todo son devoradores insaciables de libros y que, no conformes con crear ficciones, se dedican a compartir sus lecturas.
También requiere una dosis de genialidad elaborar una buena antología y mal hacen quienes reducen el trabajo del antologador al de un empacador de textos. De ahí que valore tanto cuando un auténtico bibliófilo de fino olfato literario se da a la tarea de compilar aquellos textos que por una u otra razón influyeron en su vida.
Mentiría si digo que Sergio Pitol está entre mis escritores de cabecera, pero soy sincero cuando afirmo que Los cuentos de una vida, es una de las antologías más ambiciosas y completas que me ha tocado descubrir. Pitol, después de todo, es un gran lector.
“He vivido para leer. Leo para seguir viviendo”, nos dice Pitol en el prólogo de su antología, donde nos confiesa que la idea de realizar una compilación del cuento universal le resultaba arriesgada por temor a crear un libro reiterativo. El poblano abandonó la idea de elaborar una selección temática y optó, sabiamente, por reunir sólo los cuentos de aquellos autores que han sido fundamentales en su vida y en su obra. El resultado es fascinante. 30 cuentos de 26 autores distribuidos en 457 páginas.
En las antologías literarias sucede lo que con las selecciones nacionales de futbol; siempre habrá quien diga que alguno falta o alguno sobra. La realidad es que en 457 páginas difícilmente se podría hacer una selección tan completa y tan variada de autores. Personalmente creo que todos son textos clave.
Y es que en la antología de Pitol encontramos lo mismo autores que cuyos textos habitan en cualquier librería mexicana por sencilla que esta sea como Juan Rulfo y Juan José Arreola, que narradores que apenas tienen traducciones al español como Ryonosuke Akutagawa o Boris Pilniak.
Abre la lectura el ruso Nikolai Gogol con con “Ivan Fedorovich Schponñka y su tía” y el simpático cuento titulado “La nariz”.
Continua Henry James con “Maud- Evelyn”, Guy de Maupassant con “El Horla”, Leopoldo Alas con “¡Adiós Codera¡” Anton Chejov con “Casa con desván” y “El estudiante”, Rudyard Kipling con “La iglesia que había en Antioquía”, Marcel Schwob con “Relato del leproso”, Lu Sim con “El diario de un loco” y Franz Kafka con un clásico como es “La metamorfosis”, el más largo de los textos compilados.
El regiomontano Alfonso Reyes es incluido con “La cena”, Bruno Schulz con “Los pájaros”, Ryonosuke Akutugawa con “Rashomon”, de Boris Boris Pilniak se incluye “Un cuento sobre como se escriben los cuentos”, Corrado Álvaro con Inocencia, Giuseppe Tomasi de Lampedua con “Lighea”, William Faulkner aparece con “Una rosa para Emily”, del gran Jorge Luis Borges se incluye una obra fundamental como “El Aleph” y “La casa de Asterión”, Felisberto Hernández aparece con “La casa inundada”, Witold Gombowicz con “Crimen premeditado” y “Tomasso Landolfi” con “La mujer de Gogol”.
También hay espacio para dos luminarias del “boom” latinoamericano como Juan Carlos Onetti de quien se incluye “Bienvenido, Bob” y Julio Cortázar de quien aparece “Continuidad de los parques” y “Casa tomada”.
Rulfo y Arreola aparecen con “¡Diles que no me maten¡” y “El prodigioso miligramo” respectivamente, para dar paso a Augusto Monterroso con “Homenaje a Masoch” y cerrar la antología con Raymond Craver de quien se incluyen “Tres rosas amarillas”.
¿Falta alguno? La selección de Pitol da como resultado un ejemplar más que apropiado para ser llevado a un viaje o para colocarlo de manera permanente en el buró o el escritorio sin enviarlo jamás a las profundidades del librero, pues cualquiera de los cuentos seleccionados son de esos que bien merecen una relectura cada cierto tiempo. No exagero si digo que con Antología de la literatura fantástica y El cuento hispanoamericano de Menton, Los cuentos de una vida parece destinada a transformarse en una compilación de cabecera