Eterno Retorno

Friday, July 04, 2003

Finalmente, ya está en mis manos- Row 3, Seat 12 Section L23, Agosto 26, San Diego Sports Arena, 7:30 P.M Iron Maiden, DIO y Mötorhead ¿Que más puede pedir un metalero de cepa? Cualquiera de esas tres bandas vale la pena ser escuchada una y mil veces. El metal no sería el mismo sin ellas. A las 8:00 de la mañana ví que gracias al 4 de julio la fila estaba históricamente vacía en la línea y me lance a comprar mi boletuko. Claro que en el camino me hizo ojitos una botella de Jack Daniels con la que conjuraré la estúpida ley seca electoral.
No me tocó tan buen lugar como quisiera, pero al menos ya tengo mi boleto. Falta mes y medio para el concierto y los boletos casi se agotan ¿Donde están los hijos de puta que dicen que el metal ha muerto?
Con este boleto en la mano, se me olvida que ayer tuve que privarme de ir al Ozzfest, en donde realmente solo lamento haberme perdido a Cradle of Filth.
-Mötorhead es la ubre de la que maman y mamarán todas las bandas de thrash y speed y rock and roll corrosivo. Metallica no hubiera sido Metallica sin ellos. Heatfield durante años emulo el estilo y el look de Mister Lemmy.
DIO es la voz sagrada, el canto de la noche, una leyenda viviente. Este hombre, que jamás dice su edad, debe tener más de 60 años hoy en día. El año pasado lo fui a ver en Chula Vista cuando promocionaba el Killing the dragon. Será generoso sin duda a la hora de recetar Rainbow y Sabbath y por supuesto, espero vuelva a regalarme Rainbow in the dark para cerrar.
De Maiden creo que no hacen falta palabras. Hay personas que consagran su gusto musical a una banda y hacen su doctorado en ella. Pienso en mi primo Héctor Diego que desde los cuatro años de edad se aficionó a los Beatles y hasta la fecha, luego de más de 20 años, mantiene un culto sacramental por esa gran banda a la que yo respeto mucho. Pienso también en Angel Ruiz y su adoración por Simple Minds. Yo en realidad profeso un culto a todo el metal, pero si tuviera que elegir una sola banda, sin duda me quedaría con Maiden. La cara de Eddie ha estado en mi vida desde mi temprana adolescencia y jamás he dejado de escuchar sus discos, discografía que poseo completa en formato vinil y cd.
En dos ocasiones me ha tocado entrevistarlos, una por teléfono en 1995 cuando estaba en Stereo 7 y otra personalmente en 1998 cuando ya estaba en El Norte. La última vez que los vi en vivo fue precisamente en el Sports Arena de San Diego, el 12 de septiembre de 2000, acompañados en aquella ocasión por Halford y Queensryche. Tres años de ayuno ya pesan. Así pues, comienza la cuenta regresiva y a mí ya me anda.



Como la gente sabe que me gusta leer, ahora todos me preguntan si ya leí Soldados de Salamina y si no pienso escribir un comentario sobre él en la columna. La verdad no lo he leído ni acudí a su presentación (ya he dicho anteriormente que jamás acudo por iniciativa propia a los eventos culturales)
De cualquier manera, creo que el libro me interesaría, pues según entiendo se desarrolla en la España de la Guerra Civil, una de las efemérides históricas que más me interesan.
En mi niñez, mi abuela me platicaba anécdotas terribles de la guerra civil. Tengo demasiado presentes sus relatos, narrados al frío del clima que helaba su cuarto, en aquella casa de la Colonia Miravalle en Monterrey. Alguna vez me narró que ella y a su familia estuvieron apunto de ser fusilados y que la intervención de un lechero amigo, al que mi bisabuelo había pagado la operación de una hija, les salvó la vida. De 1936 a 1939 habitaron en un cerro de Andalucía comiendo cereales en el mejor de los casos. Me contaba de como los anarcosindicalistas sacaban de las iglesias las imágenes sacras y las fusilaban (en mi adolescencia yo me hubiera regocijado haciendo algo así, debo confesarlo) y como muchos de sus vecinos y amigos de Málaga murieron en esa sangrienta lucha fraticida.
No se si Soldados de Salamina le aporte algo a lo mucho que ya he leído sobre la Guerra Civil española. Tal vez lo lea, aunque la excesiva promoción de un libro suele hacer efectos contrarios en mi y me motiva más a no leerlo.

A las 7:30 de la mañana, yo venía de Rosarito hacia Playas y al pasar la caseta me descubrí que en sentido contrario, la entrada a la autopista tenía una fila de más de 100 carros en cada carril. Un ejército de gringos prófugos del 4 de julio, sedientos de cervezay sexo, dispuestos a pasar un gran día en Rosarito, Popotla o la Cenicienta del Pacífico. Lectores de este blog, este es mi consejo: “Compren alcohol de una vez, compren todo el alcohol que puedan esta tarde, pues la elección de unos cuantos mediocres intrascendentes que a nadie importan y que en nada cambiaran tu vida o la mía, es motivo para que nos prohíban comprar el elixir de los dioses”. Ese es mi consejo a la gringada. Yo ya tengo mi Jack Daniels y más tarde compraré unos cuantos six de cerveza Tijuana. Gracias por venir a gastar sus dólares BC. Según entiendo la Ley seca no incluye abstinencia de putas, así que dense vuelo anglosajones. Lo que más lamento es que el lunes la carretera y la línea van a estar hasta la madre. Por fortuna hoy la línea estaba vacía. En menos de ocho minutos crucé. De allá pa acá llena y de aquí pa allá vacía. Que lindo se ve eso. Cuando caminaba por el San Ysidro Bulevar, recordé aquel 4 de julio de 1996, a la orilla del Charles River que divide Boston de Cambridge. Fue inolvidable pasar un 4 de julio en la mismísima cuna de la Independencia, viendo las heladas aguas donde el cargamento de té británico fue arrojado. Boston y en general Nueva Inglaterra es la parte que más me gusta de USA. Al ver el San Ysidro Bulevar, atiborrado de casas de cambio y empeño, pululado por las hordas de pochos olvidé que estaba era 4 de julio y de pronto me pareció increíble concebir que Boston y San Ysidro están en el mismo país. Me pregunté ¿Acaso esto es también Estados Unidos? Aunque usted no lo crea, sí-