Eterno Retorno

Monday, June 09, 2003


Tuca le dice adiós a Tigres. No estoy de acuerdo con la decisión de los jerarcas de Cemex. Ferreti merecía continuidad. Ya con un poco de frialdad puedo afirmar que dimos el peor segundo tiempo de nuestra historia en el momento menos adecuado, pero eso no es causa para correr a un técnico que había logrado resultados como consecuencia de un trabajo. Pero nuestro futbol se rige en base a casualidades circunstanciales y no a consecuencias lógicas. Habrá que ver a quien traen ahora. No quiero al Jefe Boy, no quiero a Lapuente. Que ganas de reestructurar lo que apenas comenzaba a estructurarse. Pese a todo, gracias Tuca.

Libros y más libros

En la entrada de la Biblioteca Municipal Benito Juárez hay unas mesas atiborradas de libros que se regalan a aquel valiente que desee llevarlos consigo.
Para un adicto bibliófilo como yo, la idea de obtener libros gratis puede resultar seductora. Pero una vez que escarbas entre los ejemplares de regalo te das cuenta que no hay nada medianamente digno de ser llevado a casa. La enorme mayoría son gordísimos volúmenes Las Razones y las Obras, una enorme colección muy bien editada por el Fondo de Cultura Económica sobre el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado. Discursos oficiales, informes de gobierno, inauguración de obras, fotogra-fías de actos públicos. Libros gordos, de buen papel y buena pasta. Ediciones que supongo fueron caras. Portada gris, color que queda a la perfección para una colección que reseña uno de los periodos más aburridos y soporíferos de la historia mexi-cana. También hay colecciones de discursos de Carlos Salinas de Gortari y anuarios del programa Solidaridad, estos en edi-ciones un poco más chafitas. Nuestros políticos se preocuparon demasiado por dejar testimonio escrito de sus actos. Me ima-gino que estos ejemplares se regalaron por miles en las oficinas burocráticas de todo el país y nadie, absolutamente nadie, los leyó. Buenos ejemplares para un museo del dinosaurismo o para un estudioso del priismo.
Por lo demás, logre hacerme de un libro denominado El mercado común del Alfons Ribera, ensayo sobre el origen de la Co-munidad Económica Europea. También agarré un libro de texto de secundaria llamado Palabras sin frontera y la crónica de la campaña electoral de Miguel de la Madrid destinados a hacer bulto en mi escritorio.

En Sanborns no regalan los libros, pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, traen buenos ejemplares que no se ven ni en El Día ni en la Feria del Libro. Husmeando entre la chatarra editorial uno puede dar con auténticas suculencias. Hoy pude hacerme de La ciudad ausente de Ricardo Piglia en Editorial Anagrama.
Piglia es garantía así que si me encuentro un libro de él y no lo tengo, lo adquiero de inmediato. Lo mismo me pasa última-mente con César Aira, con Mario Bellatin y con Fernando Vallejo. Nunca o casi nunca me defraudan .
Ya me anda por empezar a leer a Piglia. El problema esa que tengo muchas hojas para meterles diente, un cambio de casa en puerta y una cantidad no precisada de reportajes que se niegan a nacer.
“Ricardo Piglia retrata un Buenos Aires trágicamente transformado y desfigurado, haciéndose eco de las obras de sus prede-cesores que incluyen a Borges, Roberto Artl y el olvidado Macedonio Fernández y con referencias reveladoras a la brillante obra de su antecedente más directo: Ulises de James Joyce”-- Kirkus Revierw.

Encontré en 32 pesos una edición de Filosofía del Tocador de Marqués de Sade en Grupo Editorial Tomo.

Libros en sala de espera aguardando el momento de ser leídos como reses en la fila del matadero:

Diablo guardián de Xavier Velazco-
El vendedor de viajes de Jaime Moreno
La ciudad ausente de Ricardo Piglia
Molloy de Samuel Beckett
El sótano de Thomas Bernhard
La guerra eterna de Miguel Ángel Bastenier

Libros que están siendo leídos en estos días

Ambulantes (es decir que los llevo conmigo a todas partes)

Con el Diablo en el cuerpo de Esther Cohen-
Suicidios ejemplares de Enrique Vila-Matas.-

Sedentarios (aguardan en mi buró y son leídos por las noches o en fines de semana generalmente acompañados por un buen vino)

Lejos del noise de Rafa Saavedra
Vivir para contarla de Gabriel García Márquez
Luces artificiales de Daniel Sada

Libros que deseo comprar próximamente

Un maestro de Alemania- Martin Heiddeger y su tiempo de Rüdiger Safransky
Respiración artificial de Ricardo Piglia
El paraíso en la otra esquina- Mario Vargas Llosa (aún no estoy muy seguro de pagar 169 pesos por este adorador del merca-do libre)

Hay alguien que ya me está reventando la paciencia y eso es peligroso. Es tijuanense pero habla como chilango. Presume ser corresponsal de un diario capitalino. Me llama al celular unas cuatro o cinco veces al día. El pobre no se ha dado por entera-do que cada que su número aparece en la pantallita el teléfono sonará y sonará sin que lo conteste. La única forma en que lo-gra hablar conmigo es cuando me llama a la redacción (aquí el teléfono no tiene identificador de llamada por desgracia) En esos casos contesto con inocultable tedio y sigo tecleando la computadora sin escucharlo. Es una de las personas más pedan-tes e hipócritas que he conocido en mi vida, pero él no se ha dado por enterado. Cada que me llama tiene a bien pedirle a su achichincle que lo comunique conmigo, aunque él esté ahí a lado (piensa que la existencia de un achichincle que le haga sus llamadas es sinónimo de importancia) Siempre llama para grillar rivales políticos o enaltecer a los que le pagan. Le trabaja la comunicación oficial a un gordo repugnante, prófugo de un seminario, cuya horrenda fotografía infesta Playas de Tijuana. También le trabaja los boletines al junior de un viejo ladrón de la política y la educación mercenaria. Presume de tener recur-sos, pero se asusta cuando sabe el precio de mi casa (que cualquier pareja sin hijos y con recursos estables puede pagar por cierto) y con su voz de cizaña se permite decirme: “se ve que te va muy bien con tu columna”. El individuo en cuestión dice considerarme su amigo y suele invitarme a comer. Siempre digo no, “estoy ocupado, ya será otro día”. Él sabe que debe cul-tivar las relaciones públicas, aunque si es un poquito inteligente debe haberse dado cuenta que no me interesa en lo absoluto nada de lo que puede decirme.
Lo más desagradable de mi profesión, o lo más desagradable de la vida adulta, es no tener la libertad de decirle chinga a tu madre a muchos individuos. No tener la plena libertad de escupirles en la jeta o patearles el culo con la punta de unas Doctor Martínez. Debo contentarme con guardar un hostil silencio y no seguirles el rollo.
Aunque mi sistema de relaciones públicas está tan deteriorado (soy naturalmente hostil y pedante dentro del medio donde me muevo, debo confesarlo), me gusta tener la libertad de no invertir mis tiempos libres en reunirme con abortos del periodismo. Ya bastante trabajo me cuesta no reventarles una patada en sus culos como para encima tener que soportarlos.