Eterno Retorno

Tuesday, March 18, 2003


Sobre mis sentimientos antiestadounidenses

¿Porque diablos albergo en mi interior tantos y tan francos sentimientos antiestadounidenses? No lo se. Yo creo que es algo genético, una vibra que va incrustada en mis endorfinas. Los gringos comunes y corrientes no me han hecho nada. Fuera de un par de revisiones secundarias en aeropuertos y cientos de horas hombre perdidas en la Línea, nunca me han hecho sufrir o pasar malos ratos. Sí, me desespera su congénita idiotez, su patética ignorancia en cuestiones de elemental geografía política, su falso puritanismo y su visión hollywoodesca de la vida, pero en el fondo, si ando de buen humor me dan risa. De otra forma me dan una enorme hueva. Al Juan Pueblo norteamericano no lo odio. El gringo se me hace, en los más de los casos, un ente baboso que se regodea chapoteando en la mieles de su estupidez. Los imagino bailotenado en la Revo, bebiendo margaritas adulteradas y enseñando nalgas celulíticas. Otros, los menos, son inteligentes, analíticos, y hasta críticos. Me caga que no les guste el futbol y que se claven en pasatiempos tan soporíferos. También me desagrada que sean tan fashion en lo que a música se refiere. Pero me caen bien. Tengo familiares que son ciudadanos de ese país y no hablan una sola palabra de español y los quiero sinceramente. También he tenido amigos ocasionales que me han hecho el gran paro en diversos viajes.
En algunas ocasiones me han invitado a dar pláticas sobre periodismo en Latinoamérica a las universidades de Pomona y a la Católica de San Diego y me han tratado de forma excelente. Los maestros que he conocido son capaces de sostener pláticas de lo más interesantes. Los alumnos, aunque genuinamente pasguatones, me dirigen preguntas que reflejan por lo menos atención. Me caen bien. Buen pedo los gringuitos. Después de todo me pasa Bukowski, Auster, Kerouac, Lovecraft y Allan Poe. También Morbid Angel, Pantera y Slayer son gabachos. Que decir de la Samuel Adams.
Desde niño cruzo con cierta frecuencia la frontera. Como todo prototípico regiomontano, fui muchas veces a Mc Allen, Laredo y la Isla del Padre. Como prototípico tijuanense, paseo con cierta periodicidad por rumbos sandieguinos y sudcalifornianos.
En 1989, a los 15 años, fui a vivir varios meses a un rancho cercano a For Collins Colorado. En 1996, a los 22 años, pasé más de siete meses viviendo con mis familiares que habitan en Groton Massachussets. He viajado mucho a lo largo de ese país. Conozco sus principales ciudades y me la paso muy bien cuando voy ahí. Nada mejor que beber una buena Samuel Adams con unos aros de cebolla al frente en un típico sportsbar donde recetan la jornada completa de la NFL.
¿Porque entonces soy tan antinorteamericano? ¿Porque no sentí compasión cuando se destruyeron las Torres Gemelas? ¿Porque deseo que Sadam les parta la madre? ¿Porque me siento tan solidario con Chirac y Francia? ¿Porque festejaría hasta reír si Bush corriera la suerte de Kennedy? ¿Porque disfruto que los parisinos traten tan mal a los turistas gringos? ¿Porque de niño deseaba sinceramente que Ivan Drago noqueara a Rocky? ¿Porque me da gusto escuchar los corridos donde se narran las hazañas de Pancho Villa en Columbus? ¿Porque? ¿Porque? Ya lo he dicho, no tengo nada contra los gringos, pero detesto haber nacido en la época en que su cerdo país tiene agarrado del culo al Mundo donde vivo.