Eterno Retorno

Friday, December 27, 2002


Diverso alucinaje

Cuando se dejó caer sobre nuestras pieles el séptimo mes, los días empezaron a ser guardados en refractarios. Los instantes se sucedían fugaces, aunque frente a la mirada parecían ser estáticos, cómo sí la tarde fuera un iceberg sintético. Los momentos se alternaban exactos y uniformes, simulando un caminar hacia adelante, pero su condición era la de un cuadrante, un cuerpo alumbrado por luz artificial girando sobre su propio eje. Así nos sorprendió julio, entre blasfemos rumores de apocalípsis y promesas de contrato con el presente, mientras en los laboratorios de las entrañas fabricábamos gritos silenciosos y ácidas miradas.


Gritos silenciosos. En cada mirada, en cada boca cerrada los había, reptando en las calientes entrañas. La sangre parecía alcanzar un punto de ebullición, querer reventar el calabozo de venas y esparcirse en el asfalto, en los muros, ir en busca de otros cuerpos abiertos, reventados y diluirse en materia prófuga.
Frente a mi, a un lado de la Vía Rápida, un perro le danzaba en silencio a la muerte, reptando en círculos sobre el asfalto. La muerte estaba ahí, luciendo impúdica su omnipresencia, dejando que cada uno a su alrededor la deseara. La ví en los ojos del tecato, en cada poro de su piel lacerada, en las manos del soldado, en el culo de la puta, la vi jadeando bajo mis píes, impregnando las suelas de mis botas con su saliva, invitándome, una y otra vez a conocer su morada.

Yes thats right, punk is dead, like another shit products for the consumist heads.
CRASS

Oler los libros. Esa era su reacción, venida quien sabe de que profundas moradas del subconsciente. Le era inevitable, más fuerte que su voluntad misma y aunque hasta el momento no se ha sabido que pegar la nariz a las letras pueda ser perjudicial para el organismo, producir cáncer, colesterol y cuadros paranóicos, sentía que oler los libros delante de la gente la delataba.

YOUR GOD IS DEAD, AND NO ONE CARES, IF THERE IS A HELL, I WILL SEE YOU THERE

IS THE END OF THE WORLD AS WE KNOWING

Los últimos ocho años de su vida los había pasado parado en la esquina de la Calle Tercera y Constitución gritándole a la gente por medio de un altavoz que el fin del mundo está a la vuelta de la esquina y que todo el entorno, absolutamente todo, será devastado por un iracundo Jehova , que el día menos pensado bajará de su reino a castigar a su ingrata creación. Fue por eso que cuando vio el encabezado en la primera página del periódico, sintió ganas de gritar que lo habían plagiado. Sin embargo ahí estaba, en letras grandes, negras, la frase HOY SE ACABA EL MUNDO. Bajo el encabezado, el periódico publicaba una foto de la tierra, al píe de la cual venía el dibujo de un cronómetro digital contando segundos en cuenta regresiva.
Pese a que en cada una de las cuatro esquinas del crucero que ocupa para predicar hay un puesto de periódicos y revistas, Josué jamás se ha tomado siquiera unos segundos para leer aunque sea de reojo los titulares, ya que considera a los medios de comunicación encarnaciones demoniacas cuya función primordial es encaminar a los hombres a la morada de Lucifer. Sin embargo ante la frase HOY SE ACABA EL MUNDO, que no podía ser más concreta, tuvo por momentos el impulso de comprar el periódico por primera vez en ocho años y enterarse como es que un reportero había hecho contacto con las fuerzas de Jehová para tener por adelantado una información tan confidencial a la que ni él mismo, que llevaba más de ocho años anunciando a gritos la destrucción, había podido acceder. Se quedó pensando y ni siquiera reparó en el hecho de que había dejado de gritar por más de seis minutos, algo que no había sucedido nunca en sus ocho años de gritos ininterrumpidos mientras duraba la luz del día. Lo primero que le pasó por la cabeza fue que el reportero y el periódico entero, al igual que todos los medios de comunicación del mundo, sería un engendro del Averno cuya única misión en la existencia era arrastrar a los hombres al pecado mediante la sistemática publicación de patrañas y al hablar del fin del mundo, simplemente estaría escribiendo letra por letra las palabras que el mismísimo Lucifer le habría dictado, así que no habría de que preocuparse, pues es bien sabido que el adversario tiene en la mentira su arma favorita y por tanto, los periodistas son sus siervos favoritos. Sin embargo, aún tratándose de una frase dictada por Lucifer, el sentido de la misma resultaba bastante raro, pues hasta donde entendía, la estrategia del Diablo consiste en hacer creer que esta vida de pecado y licencia será eterna y que la gente debe aprovecharla al máximo atragantándose de frutas prohibidas. Para ello, las revistas se encargan de publicar cada día groseras fotografías de impúdicas jovencitas que enseñan sus carnes y contribuyen a alimentar la sed hedonista y lujuriosa de sus lectores, magnificando además el poder de los adelantos tecnológicos y médicos y promoviendo paraísos de pecado.
Pero parecería muy absurdo que Satanás se interesara en difundir la noticia del fin del mundo, cuando su estrategia publicitaria para lograr más suscripciones al infierno debería ser el hacer parecer esta vida como eterna.
Mientras todo esto cavilaba en su mente, se le habían pasado ya 17 minutos sin gritar y los propietarios de los puestos de los alrededores, se preguntan extrañados la razón por el extraño silencio de Josué, cuyos gritos de advertencia sobre la inminente llegada del Apocalípsis, completaban la sinfonía diaria de claxons, mentadas de madre, piropos y radios distorsionados que se escuchaba en el crucero.
Está a punto de olvidar el asunto y volver a gritar, cuando una idea aún más terrible le asalta; Que tal sí Jehova, en un alarde de piedad por la ingrata humanidad, hubiera decidido lanzar una advertencia directa sobre la inminencia del final y para ello se hubiera comunicado a la redacción del periódico y dado la declaración exclusiva al reportero. En caso de que la información fuera falsa y el reportero hubiera citado a Jehova como fuente e incluso se hubiera permitido transcribir frases textuales, estaría incurriendo en un pecado tan grave, que ni todos los tridentes del infierno posados eternamente sobre sus nalgas bastarían para castigarlo por tal ofensa. Pero, en caso de que la nota fuera cierta, entonces Jehova habría cometido una terrible injusticia con él, al relegarlo a un segundo plano a la hora de dar la noticia exclusiva, siendo que había entregado ocho años de su vida a anunciar la inminencia de su llegada sin pedirle nada a cambio más que la salvación y si fuera posible, el poder contemplar la destrucción de los incrédulos sin convertirse en estatua de sal. De pronto se siente humillado y burlado. Claro, Jehova prefería dar la noticia a un diario pecador que se había pasando la vida publicando mentiras porque todos lo leerían y lo creerían, mientras que a él, su fiel servidor que estaba consciente de la llegada del fin desde mucho antes de que se pusiera de tan moda el tema del milenio y Nostradamus, quedaba relegado tan solo porque todos lo consideraban un loco y no iban a hacerle caso.
Ha pasado ya más de media hora en silencio e incluso los policías que devoran unas tortas de tamal recargados en sus patrullas, comienzan a preguntarse sí le habría pasado algo.
Además, la noticia publicada por el diario, que por cierto se ha estado vendiendo como pan caliente, serviría tan solo para que la gente tomara conciencia del fin del mundo e hicieran algo por salvarse, lo cual, había que aceptarlo, no le agrada gran cosa. El placer del Apocalípsis radica precisamente en el hecho de que en el esperado día en que el fuego de Jehova consuma la tierra y los muertos sean escupidos de sus sepulturas para ser juzgados, él, como un Lot o un Noe que se pasó la vida siendo fiel al creador en medio del pecado, sería el único perdonado y su rescate correría a cargo de un ángel que lo llevaría volando por encima del caos, mientras él, con una disimulada sonrisa, podría contemplar el castigo de todo lo que se concibe como prójimo y miraría a todos aquellos que alguna vez osaron burlarse de sus profecías y pronunciando orgulloso: Se los dije.
Pero la posibilidad de ser el heraldo del Apocalípsis parece irse desvaneciendo poco a poco para Josué y lo más grave de todo es que la gente no parece estar demasiado asustada por la noticia publicada, pues nada excepto él, ha cambiado en el panorama cotidiano de las cuatro esquinas. La corte de marías con tepescuincle ajeno en las espaldas y limosneros que enseñan recetas del seguro de hace siete años no parece estar atemorizada por la inminencia del final. Tampoco los ocho albañiles que se amontonan en torno a un puesto de tacos de suadero ni la gorda dama que desciende del camión cargada de bolsas de mandado rodeada de niños pringosos en perpetuo chillido. Ni siquiera el burócrata que lee la noticia mientras un bolero lucha por quitar el polvo de sus botas, ni la anciana puta que se coloca insinuante a su lado, se inmutan ante el titular del diario. ¿Que se va a acabar el mundo? Pues que se acabe a la chinagada... Continuará más tarde